martes, 20 de septiembre de 2011

Fotógrafos de cabecera.

Pretendo, con esta entrada, comenzar una serie de escritos sobre fotógrafos que, por una u otra razón, me han marcado. Sin querer ni mucho menos comparar mi trabajo con los suyos (menuda blasfemia sería eso) sí son lo que me guían, los que me sirven de referente a la hora de coger mi cámara y salir en busca de imágenes.

No están en un orden preestablecido, aparecerán según me vaya acordando de ellos, o encontrando alguna foto suya concreta. Tampoco estarán por temáticas, aunque los elijo en función de los temas que yo quiero para mis fotos, a saber: retratos (en todas sus variantes), reportajes sociales y deporte.


Y para abrir fuego traigo a este modesto blog a uno de los más grandes reporteros de la historia; Walker Evans.


Nace en 1903, en St. Louis, Missouri, pero pronto su familia se traslada a Toledo, Ohio, y posteriormente a un barrio de los suburbios de Chicago. Cuando se separan sus padres se va a vivir a Nueva York, acompañado de su madre.

En 1922 viaja a París para seguir sus estudios en la Sorbona, pero con la idea de hacerse escritor y mezclarse con la vida intelectual del París de los años veinte.
Influenciado por poetas franceses del XIX, ve en la fotografía un medio para adaptar la visión de poeta y mostrar meticulosamente la América cotidiana contemporánea.

Comienza en Nueva York (1928), con una cámara de 6 x 12, a hacer sus primeras fotografías. Escenas sencillas y directas de la vida diaria.
Entabló amistad con artistas y escritores y mantuvo contacto con las corrientes progresistas.
Con una cámara de 15 x 20 recorre ciudades de EE.UU, junto a Lincoln Kirstein, un joven intelectual, que tuvo un importante papel en el desarrollo de la vida cultural norteamericana.
En 1932 ilustra The crime of Cuba, de Carleton Beans, una denuncia del régimen de Batista, para lo que hizo una serie de fotografías donde mezclan retratos con detalles arquitectónicos y escenas callejeras.

Entre los años 1935 y 1936, durante 18 meses, trabajó para la Farm Security Administration, un programa trataba de documentar la difícil situación de las comunidades rurales de los Estados Unidos durante la depresión.
Junto a James Agee convivió seis semanas con una familia de aparceros de una granja de Alabama.
Evans los fotografió enseñando su vida de forma simple y directa, con cierto distanciamiento, logrando retratos de gran dignidad.
Junto con los textos de Agee, las fotografías se publicaron en el libro Let Us Now Praise Famous Men en 1941.

En 1938, el MOMA de Nueva York dedica a Evans la primera exposición monográfica, publicando a la vez el libro American Photographs.

Con una Contax de 35 mm comienza a trabajar de forma completamente distinta: ocultándola bajo el abrigo, sin control de encuadre, se centra en las caras y gestos de los viajeros del metro de Nueva York.
El resultado se publicó en 1966 en forma de libro con el título Many are called.

Entre 1945 y 1965 colaboró como articulista y fotógrafo en la revista Fortune.

Ha sido maestro de toda una generación de fotógrafos, tales como Robert Frank, que colaboró con él en la realización para Fortune del artículo Beauties of the Common Tool.

Desde 1965 y hasta su muerte en 1975 trabajó como profesor de fotografía en la universidad de Yale.

Fuente: Blog "El ángel caído".




Sin duda, su foto más conocida. Seguro que para muchos de vosotros guarda cierta similitud con otra foto icónica, por la que todo el mundo conoce a Dorothea Lange. De hecho, ambos participaron en el Farm Security Administration.




Englobada en el mismo trabajo sobre la gran depresión, creo que este retrato tiene una fuerza excepcional.



Walker Evans, como casi todos, o todos, los fotógrafos dedicados a retratar la vida cotidiana, sintió el impulso de hacer algunos cuantos "robados", esos retratos en los que el fotógrafo actúa como un voyeur, sin dejar que el fotografiado advierta su presencia. Esta es una de mis fotos favoritas de ese libro centrado en los usuarios del metro de Nueva York que vio la luz en 1966.

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